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A cada momento uno tiene ideas locas que rayan en lo indecible. Bueno, aca no están.
Pero hay algunas que si se pueden decir y a veces vienen de visita: ¡Conozcámoslas!

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Location: Argentina

Sunday, September 02, 2012

Capítulo seis: El amor es eterno mientras dura.

Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es..

-- Jorge Luis Borges, Biografía de Tadeo Isidoro Cruz




El amor es eterno mientras dura.
Vamos a encarar el problema del amor verdadero. No sé por qué alguien querría aplicar una valoración epistemológica a los sentimientos, pero existe la idea de que el amor verdadero es para siempre (eterno en el sentido de que se extiende hasta el final y no termina antes que nada, concluye con el final de todas las cosas). Si la idea existe, pensemos cómo puede ser entendida y cuales son los problemas que surgen de esa concepción.

¿Cómo reconocer el amor verdadero? Esto plantea serios inconvenientes, porque si el amor verdadero es el eterno, entonces depende de la eternidad para establecer su condición, debemos conocer el desenlace de lo eterno para conocer la condición de nuestro amor. ¿En qué basamos nuestro saber para poder someter a esa bestia salvaje que es el futuro? No en análisis científicos ni en teorías de la razón, deberíamos ir a algo más profundo, al sentimiento de ese amor. En el sentimiento se expresa su verdad, se que mi amor es eterno porque puedo sentirlo, no hay ninguna duda ni posibilidad de error. Esto implica que nuestro sentimiento tiene autoridad sobre la eternidad, de lo contrario deberíamos esperar la eternidad para asegurarnos de que nuestro sentimiento es auténtico y no nos equivocamos. Cómo hacer para conferirle a nuestros sentimiento un poder sobre la eternidad? Es un problema central porque de no poder someter a la eternidad no puedo decir que mi amor es verdadero aunque así lo sienta. Estoy atado a la fatalidad, mi amor debe estar destinado a ser eterno, no tengo otra salida. Introduciendo el destino puedo decir que mi amor es verdadero porque así lo siento, mi sentir es signo y evidencia de que mi amor será eterno. Si mi amor no estuviera destinado a la eternidad yo no lo sentiría así, la razón por la cual puedo sentir lo eterno de mi amor es evidencia de su condición. Ya no hay ningún problema, el amor verdadero es eterno y lo reconozco en mi sentir porque es signo de la eternidad. Mi sentir se extiende como un puente desde mi presente hacia lo eterno fundamentando la veracidad de mi amor. Mi amor no solo me deleita al embriagarme sino que me hace eterno al encaminarme para siempre de su mano.

Suena bonito, pero hay alternativas para fundamentar un amor verdadero en tanto eterno sin someternos a la fatalidad? Estamos encantados con el amor verdadero y eterno, y con poder reconocerlo en nuestro sentir, pero yo quiero algo más. No puedo aceptar que el amor verdadero no sea eterno, pero no puedo aceptar tampoco que no sea libre. Tengo la necesidad de liberar el amor de la fatalidad para poder considerarlo verdadero, sin que deje de ser eterno.

Volvamos al principio y veamos qué podemos hacer. ¿Cómo reconocer el amor verdadero? Si no puedo lograrlo no puedo determinar la verdad de mi amor hasta no esperar toda la eternidad y ver si logra alcanzarla. Debo saber que mi amor es verdadero y lo sabré por mis sentimientos, hasta ahí todo sigue igual. Pero mi saber basado en mi sentimiento debe someter a la eternidad sin a la vez ser sometido por el destino. Quiero fundar mi libertad, que la eternidad se someta a mi libertad. Si el destino no quiere que mi amor sea eterno, si la eternidad no tiene contemplado mi amor, tanto peor para el destino y lo eterno. Mi amor es verdadero porque así lo siento, y si así decido seguir sintiéndolo para siempre no voy a dejar que el destino se oponga, voy a torcer el destino. Todo muy lindo, pero de nuevo, ¿cómo sé si voy a lograrlo, cómo reconocerlo sin esperar a al final de la eternidad para encontrar mi triunfo o mi derrota? Bueno, digo que no importa, digo que mi amor es eterno y verdadero porque es también libre, y que es eterno no porque haya terminado siéndolo sino porque va camino a serlo. Mi amor es eterno porque va camino a la eternidad, pero no va camino a ella por estar destinado sino porque yo lo decido, yo lo encamino, mi amor se encamina. El valor de la eternidad ya no reside en alcanzarla sino en transitar hacia ella, ese es el valor de la eternidad. Mi amor no va a ser eterno al concluir su viaje, va a devenir eterno al transitarlo. Mi amor es verdadero y eterno porque así lo siento, y también es libre porque así lo quiero, y va camino a la eternidad porque la misma se haya en su tránsito. Mi amor es verdadero porque a cada minuto que pasa lo hago eterno en el vivirlo. No solo es verdadero a cada instante sino que deviene verdadero todo a lo largo. La verdad ya no se somete a la eternidad sino al tránsito hacia la eternidad, esta idea es mucho más romántica y bella que aquella donde el destino gobierna, mucho más pura e inmediata, más fiel al sentir. Puede ser trágica también, porque nada me garantiza que le gane al destino, seguramente perderé, pero ya no importa porque el tránsito es el verdadero valor, el camino que se recorre es lo importante. Hay una inversión del concepto de verdad, en vez de depender de la concreción de la eternidad, depende del tránsito hacia la misma; una verdad mucho más acorde al sentir inmediato y no encadenada a nada sino como fuerza pura.

Aquí y ahora es eterno, eso es lo que la eternidad significa. El verdadero amor es el transitorio.







Nota: La palabra "amor" es un recipiente vacío, puede ser llenado con otros conceptos, es sólo una excusa para este ensayo sobre la libertad. Siguiendo el mismo camino puedo afirmar que no tiene éxito el que triunfa sino el que no deja de intentarlo, no conoce más el que termina de aprender sino el que no deja de hacerlo, no está más vivo el que se conforma sino el que se resiste.

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